sábado, 10 de agosto de 2013

Mu (jer) ñeca.

La representación del cuerpo de la mujer en el siglo XXI se está convirtiendo en una simulación cada vez más alejada de la realidad que deviene en una especie de muñeca postsexual de última generación.A lo largo de los siglos y en las diversas culturas la imagen de la mujer por lo general se ha construido por los modelos hegemónicos imperantes bajo una mirada patriarcal, pero las nuevas tecnologías, los medios de comunicación, y los avances industriales han dado a luz a una imagen totalmente distorsionada de un cuerpo femenino normativo. Sí, normativo. Las bellezas cada vez son menos reales, por mucho que Dove y su responsabilidad social coorporativa de mierda nos quiera decir lo contrario.

La exuberancia de Sofia Loren o de Marylin Monroe (cánones de belleza por excelencia) dista mucho del físico de una pornstar pasada varias veces por quirófano o de una portada de una revista de moda con sobredosis de photoshop.


Sofia Loren llegó a Hollywood con pelos en el sobaco.

La simulación del cuerpo de la mujer como objeto sexual no sólo corresponde a actrices porno en películas, también la industria del sexo produce muñecas con vello púbico de mujeres reales, pueden ser fabricadas en función de los gustos del consumidor, el cual puede elegir color del pelo, tamaño del pecho, color de la piel y de los ojos...etc., hechas con un silicona que imita el tacto y la consistencia de la piel y la carne humana. Los fabricantes argumentan que mola mucha más follarte a una de sus muñecas que a una mujer, porque sólo pesan 4 kilos, no hablan ni se quejan, no te exigen su placer, puedes hacerles daño y todo tipo de putaditas que las va a dar absolutamente lo mismo porque son muñequitas. Quizás lo próximo sea un replicante modelo básico de placer, como Pris de la película Blade Runner.


Beatriz Preciado en Testo Yonki nos habla de una sociedad postmoderna farmacopornográfica donde el sistema sexo/género se reproduce a través de hormonas, cirujía plástica y porno mainstreem. Uno de los paradigmas de esta sociedad farmacopornográfica y que se ha hecho famosa gracias a Internet es Valeria Lukyanova, la llaman la Barbie humana, y dice que es una especia de Diosa y que su físico le ha ayudado a ser famosa y poder divulgar su trabajo espiritual.


Sus amiguitas están muy buenas y encarnan un canon de belleza normativo sin adulteraciones. La Barbie no sé muy bien si es un maniquí o ha salido de un videojuego.

El hentai y el porno hecho por ordenador nos muestra siempre a jovencitas de proporciones imposibles violadas por ogros, bestias, monstruos cuyas pollas también son de proporciones imposibles. Es la culminación de la reproducción de los códigos del sistema sexual imperante, donde el sujeto activo es el varón y el objeto pasivo la mujer, un sistema binario que elimina sexualidades múltiples y subversivas que no entran en dicha estructura. Las relaciones sexuales están dirigidas por el posicionamiento que adquiera el falo, lo representativo de lo masculino, lo único que adquiere relevancia del cuerpo del hombre; mientras que la mujer es el cuerpo en su conjunto.

Desde una perspectiva feminista, hay artistas que han subvertido la imagen de la Barbie o de las muñecas en general. Mariel Clayton recrea escenas con Barbies y Kenes desplegando toda una parafernalia cargada de ultraviolencia cotidiana.




Ana Elena Pena también tiene Barbies tuneadas que nos muestra con su mirada particular diferentes estereotipos de la mujer de nuestro imaginario cultural. La de la foto es Miss Silicona, por los pezoncillos derrama esta sustancia que se ha convertido en todo un fetiche a día de hoy. 



Nada más por hoy. A ver si de nuevo vuelvo a actualizar un poco más el blog, que últimamente tiene poca vida.  



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