sábado, 11 de abril de 2015

Laberintos oscuros


Excitada, recordándo tu visita inesperada del jueves, he subido a mi habitación a masturbarme en la comodidad de mi cama, oliendo y restregándome por unas sábanas que no cambié, encontrándome pelos tuyos... Pensando en cómo te zorrearía, en cómo me embestirías, en cómo te empaparía con mi coño chorreante, en cómo me mirarías, en las palabras sucias que me dirías... Pensando en que quizás en cuestión de una hora estuviéramos así. Pensando en llamarte para que vinieras ahora mismo y entregarnos nuestra voluntad mutuamente. 

Tras correrme me he relajado y he pensado que quizás no sea buena idea que te llamara, que quizás no sea buena idea que follemos. Entonces lo que he pensado es que simplemente podríamos estar en mi sofá, acurrucados; incluso sin besos, sólo sentir calor. 

 Pero al rato me ha venido a la cabeza cuando follamos tan fuerte haciéndo que mi útero derrame algunas gotas de sangre, haciendo que sienta un dolor y un escozor agridulce en mi coño incluso estando de pie y hayan pasado un par de días. Y he vuelto a excitarme...

Vete de mi cabeza.

O bien vente,
y déjate llevar de la mano conmigo,
caminando a ciegas por laberintos oscuros,
plagados de rosas con espinas que te desgarran la piel,
 pero que te embriagan con su aroma y con la suavidad de sus pétalos.
Sigamos como dos almas perdidas en búsqueda de algo de luz,
dejando todo un rastro de semen, sangre, sudor, lágrimas...
Dejemos que la culpa se disipe entre nuestros pasos,
que las dudas se evaporen entre gemidos,
que la angustia se rompa en mil pedazos cuando nuestros cuerpos estén unidos...

Vete.
O vente.


martes, 7 de abril de 2015

Desarraigo



 

Unos pocos días antes de coger el vuelo ya me encontraba como cuando he estado allí. Ausente, sin sentir nada, como si lo que estuviera a mi alrededor no formara parte de mí, parte de mi vida. Como si desde fuera viera las cosas, como cuando ves una película o una obra de teatro. A su vez una especie de anestesia emocional que se fue anticipando antes de coger el avión. Mejor no sentir nada que verme abocada a todo un torrente de malas emociones. Ha sido tan fuerte la desconexión que yo misma me he cuestionado mi propio pasado. ¿Será verdad lo que me pasó? ¿No estaré exagerando? ¿De verdad ha sido todo tan terrible si cuando llego me abrazan y se alegran de verme?

Pasear por las calles sintiéndome ajena en la ciudad que me vió nacer y donde he pasado más años de mi vida, reencontrarme con amistades... Sin sentir alegría, sólo un hastío que bloquea, haciéndose la semana eterna, contando los días que quedan para volver. Reencuentros diversos, de múltiples círculos de allegados, de tantas idas y venidas... Vida en pareja, ir metiendo cabeza en el mundo profesional, planes de boda, criaturas que ya han venido y otras que estan por venir.

Mientras tanto, tú no te sientes parte de nada, de ningún lugar, ni de ninguna persona.