martes, 30 de octubre de 2012

Adolescencia a flor de piel


Cierta noche, cuando Mark Peters salía del coche, notó que alguien le agarraba la pierna. Al bajar los ojos vio a Sarah Sheed, que le confesó que estaba tan loca por Trip que no podía andar siquiera. Todavía no se le ha borrado el pánico que sintió al ver a aquella chica tan fuerte y tan sana famosa por el tamaño de sus senos, caminando como una tullida por la hierba cubierta de rocío. 
 
*** 
Mientras hacían el acto los reflectores recorrieron el campo, pasaron por encima de ellos e iluminaron el poste de la portería. A la mitad Lux dijo:
 
-          Yo siempre lo fastidio todo, siempre. – Y se echó a llorar.
Trip Fointaine apenas nos contó más. Le preguntamos si la había acompañado al coche, pero nos dijo que no.
-          Yo volví andando a casa y no me preocupó como volvía ella a la suya. Simplemente me marché… - Después añadió-. Es muy extraño… me refiero a que la chica me gustaba, me gustaba de veras. Y en aquel momento me haré de ella. 
Las vírgenes suicidas. Jeffrey Eugenides

viernes, 19 de octubre de 2012

Cosiendo heridas


Las sábanas las he puesto hoy limpias, y el edredón hace ya una semana que lo saqué del armario para despedirme del verano y darle la bienvenida a un otoño que no ha hecho nada más que comenzar,  y ya se me está haciendo eterno…Me meto en la cama, desnuda y con un cosquilleo entre las piernas. Siento la suavidad y el olor de las sábanas recién limpias en mi piel, el regazo cálido del edredón, me siento sobreexcitada pero a pesar de ello estoy fría. No me puedo masturbar, no me puedo dormir.

Me gustaría que al irme a la cama me encontrara tu cuerpo cincelado, bronceado y tatuado.

Me gustaría que al irme a la cama me recibieras con una sonrisa, con calor en la cara, y con el sudor recorriéndote la espalda.

Me gustaría que pasáramos horas follándonos como energúmenos, pegándonos, insultándonos,  corriéndome sin parar.

Me gustaría sentir como tus dedos crean dibujos indescriptibles por mi espalda, que nos miremos con complicidad, que nos besemos mientras nos acariciamos suavemente la cara, que terminemos exhaustos, dormitando acurrucados en la gran alfombra de tu habitación.

Me gustaría que estuvieras en mi cama tú o cualquier otro, otros que ya estuvieron, otros que vendrán.

Me gustaría que alguno se quedara por un tiempo, cosiendo heridas, dejando al pasado en su sitio y vivir plenamente el presente, como la noche en que te conocí.