miércoles, 25 de mayo de 2016


Cuando te sientes deprimida todo tu cuerpo pesa mucho más de lo que es. Tus músculos se entumecen, tu nivel de energía está por los suelos y una sensación de bloqueo hace que te quedes paralizada. Recoger la cocina o hacer la cama puede llegar a ser todo un reto. 

Hoy me siento triste, terminar el curso y hacer los exámenes me ha dejado cierta sensación de vacio y tardes en las que he de buscarme qué hacer. Pero a pesar de ello llevo muchos días sin tener pesadillas. Para mí lo normal es pasar las noches en una continua batalla con mi propio inconsciente. Anoche tuve insomnio, y creo que también es por ello que hoy me encuentre de capa caída. Dejando de lado que anoche me costó más de la cuenta coger el sueño, estoy maravillada conmigo misma el que lleve tres semanas sin tener pesadillas. Supongo que el seguir trabajando con ciertos hábitos ayuda también a que mi inconsciente se relaje por las noches. 

Hay toda una serie de hábitos que me han ayudado a paliar parte de las secuelas de los abusos:

1. No emborracharme como si no hubiera un mañana. 
Cada vez salgo menos, cuando salgo apenas bebo, y si bebo algo más hago las tomas muy espaciadas en el tiempo y tomo menos cantidad de lo que he estado haciendo durante años. Desde los 13 hasta los 24 años he estado emborrachándome sin mesura, perdiendo el autocontrol, vomitando, teniendo lagunas de memoria... Ahora no lo hecho de menos en absoluto, de hecho el cambio fue en cierto modo paulatino pero no buscado. Es raro, no me propuse nada, simplemente me cansé. 

2. Dejar el consumo diario de marihuana
La paranoia, los pensamientos negativos obsesivos, y los ataques de pánico se han visto considerablemente reducidos al dejar el consumo diario. De vez en cuando fumo, y lo disfruto, pero tengo bastante control sobre ello y en absoluto lo echo de menos el consumo diario. Dejarlo me costó bastante, y de hecho tuve una pequeña recaída al alcohol como sustitutivo. 

3. Hacer yoga
El yoga me deja nueva. Cuando salgo de clase me siento con los pies en la tierra, con mi alma abierta al cielo, relajada, agradecida, y con una sensación de bienestar muy similar al sexo con conexión emocional. 

4. Quedar con K
Puedo estar horas y horas con ella. Por muy gris que sea esta ciudad y por muy gris que sean a veces los días, sus ojos azules, su alegria y sus abrazos me hacen sentir segura y querida. Poder compartir mi duelo (y su duelo), mis dudas (y sus dudas), mis miedos ( y sus miedos) y mis triunfos (y sus triunfos) con otra superviviente hace que la vida sea mucho más bonita. 

5. Pasear en la naturaleza
Mi hábitat ha sido durante toda mi vida el asfalto y el bullicio de la gran ciudad.Pero a poco que salga de la ciudad gris me encuentro con playas vírgenes, corderos y vacas, una explosión de verdor y flores ahora que estamos en primavera. Me da muchísima tranquilidad, me centro más en el presente, y me siento más conectada al universo. 

6. Tener unos horarios a la hora de acostarse y levantarse
Siempre he intentado mantener una rutina medianamente equilibrada en esto, pero desde luego que ahora mismo soy mucho más estricta y ello además me beneficia en mi calidad de sueño.

7. Saber que estoy segura
Lo malo ya pasó, la confrontación va a ser muy dificil pero lo peor ya pasó. Soy una mujer adulta con todas las herramientas necesarias para poder reconstruir mi vida. He estado pensando en volver a mi hogar pero volver a la línea del frente sería un retroceso enorme para mi recuperación. Ni siquiera sé si eso ha sido un hogar, quizás pueda llegar a serlo o quizás no. La incertidumbre y las dudas asustan, pero no puedo dar nada por seguro hasta que no sepa cual va a ser su reacción. Pueden negarlo, pueden decir que me lo he inventado, pueden seguir como si no hubiera pasado nada. Puede que me dejen de hablar. Puede también que sea agredida físicamente (especialmente por mi madre y por mi hermano mediano, a fin de cuentas lo han hecho durante años). Puede que mi hermano mayor me apoye, puede que mi padre mi apoye. Puede pasar esto o lo otro, pueden pasar muchas cosas, pero no puedo estar segura de ninguna y he de estar preparada para lo peor. 



sábado, 7 de mayo de 2016

Amor inmaculado


Cuantas tardes habré pasado sin hacer nada, fumando y bebiendo café o infusiones para que simplemente pasen las horas. Cuando hace mal tiempo tampoco importa demasiado, ya que es todo un ejercicio de valentía salir a la calle y abrirse paso entre la oscuridad, la lluvia y el viento. Se ha quedado una tarde espléndida, con el cielo parcialmente nublado y un sol de poniente que ilumina las fachadas de las casas. 

Qué absurdo es estar tirada en el sofá imaginando que cosas podríamos hacer juntos en una tarde primaveral como ésta. Qué absurdo es ser consciente del paso del tiempo y saber que todo sigue igual, que todo está como cuando empezamos, si es que se puede empezar algo en una realidad que sólo corresponde a dos. Qué absurdo es pensar en un amor del que no se puede hablar, del que no se puede ver. 

Qué absurdo es quererte y no poder. 

Recuerdo la primera vez que te ví, fue entrar por la puerta y se me clavó tu mirada, me penetró y se quedó dentro de mí. Recuerdo la segunda vez que nos vimos, y cuando salías del bar una vez que te despediste era tu mirada la que seguía prendida de mí, una mirada que quería quedarse. Tu no te dabas cuenta pero yo te seguía en el reflejo del cristal. 

Y pasaron los meses y siguieron las miradas, las salidas cómplices los dos a solas a fumar mientras el resto estaba dentro.  Y al poco tiempo el desnudo integro emocional, el llanto, la búsqueda de consuelo, el entendimiento mutuo.


Después vino el sexo salvaje 

Orgasmos con calambres en las piernas

sábanas chorreando

quejidos post sexo.


Declaraciones de amor de amantes clandestinos


Pero eso no importa

ya que a veces pienso que no te fias

porque me ves como fiera salvaje

(aunque estoy domesticada)



Y hay dias que no te quiero ni mirar

y no es por enfado

ni miedo

Sino hambre

Hambre de zambullirme en tus ojos

de permanecer en tu mirada

de querer quedarme ahí el resto de mi vida


Y hay días que me sacas de quicio

por tu impulsividad

tu poco sentido del ridículo

el no querer crecer

Pero es ahí es donde me veo reflejada


Te voy a contar un secreto

Llevo años guardando en frascos de cristal

un amor inmaculado