No recuerda cuando aprendió a
llorar en silencio, a intentar controlar aunque sea por segundos el comienzo de
un mar de lágrimas asomándose por sus ojos rasgados y negros. No recuerda
cuando el llorar llegó a formar parte de una actividad fisiológica diaria. Era
tan necesario como ir al baño, lugar donde demasiadas veces se escondía; y cuando terminaba, tiraba de la cadena y
salía disimulando con los ojos hinchados.
Había épocas en las que se tiraba
horas tirada en la cama, llorando desconsoladamente, encogida y agarrada a la
almohada.
Otras veces no bastaba sólo con
llorar, ya que era inevitable que se desgarrara la piel son sus propias uñas, que
se pellizcara, que se mordiera los brazos, que se arrancara el pelo, que se
golpeara con sus nudillos en el cráneo, que se abofeteara la cara… como si por
ello las imágenes de horribles recuerdos
se fueran a borrar para siempre.
2 comentarios:
¿Hay alguna forma de ponerse en contacto con vos?. Nos conocemos.
Formas haberlas haylas.
Pero no sé de qué nos conocemos, Anónimo.
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