Pesadillas apocalípticas, como nadar
por el atlántico, acercarte a América Latina en un mar y un cielo de un verde
oscuro radiactivo. Especulaciones con entes universitarios sobre la Tercera
Guerra Mundial, compartiendo ideas para sosegarnos de un miedo irreversible
hacia un voraz capitalismo. Quitarte de Internet y de las simulaciones
cibernéticas, intentar despojarte de todo contenido bizarro absorbido por las
neuronas para que cualquier cosa que vuelvas a ver te pueda llegar a
sorprender. Meterte de lleno en los libros y en el trabajo de campo, para
reflexionar sobre el mundo de mierda que nos rodea, de cómo la mierda va
intoxicando nuestras vidas. Lo bonito de haber rebuscado en la mierda propia y
ajena es haber obtenido una calificación de sobresaliente en todas las asignaturas.
Y lo feito es que las calificaciones académicas de una institución tan
abominable como la universidad te reconforten y te saquen una sonrisa de oreja
a oreja y te den un empujoncito hacia la competitividad. Y luego que me rayo,
normal, tantas contradicciones atraviesan nuestro día a día que es imposible
ser coherente en tiempos tan caóticos. O quizás somos a fin de cuentas hipócritas
y nos cuesta asumirlo. Y me vuelve a costar asumirlo, no sé por qué pluralizo.
Pero aquí he venido a hablar de lo
bonita que es la vida cuando se folla a gusto. Llevaba…en fin, que ya ni me
acuerdo cuanto tiempo llevaba sin follar a gusto (a gusto, no sin follar), más
de un año. Y resulta que follé a gusto, muy a gusto. Tan a gusto que estuve
como flipándolo los días posteriores. Aunque cuando algo es tan bueno siempre
dura poco, por lo menos es lo que me pasa a mí siempre. Follé tan a gusto que
los días posteriores me fui por ahí a revolotear a ver si encontraba algo
decente con lo que follar a gusto. Llevaba casi medio año sin hacer eso, eso de
salir por la calle a ligotear. Y no es que no haya encontrado pretendientes,
pero aunque a mí me falte algún
tornillo, por lo menos me quedan todavía unos cuantos, no como a otras
personas. Aunque el fin de semana pasado, en medio de un pogo intenté besar a
una colega, pero se hizo la loca, que un poco lo está pero como yo, todavía la
quedan unos cuantos tornillos. Aunque reconozco que he estado unos días en los
que he perdido unos cuantos, porque me he bebido hasta el agua de los floreros y
hubo una noche que me metí spiz, y eso que llevaba sin drogarme más tiempo de
lo que llevaba sin follar.
Así que tras un invierno depresivo,
llega una primavera repleta de sol y buen tiempo, que te permite pasar horas y
horas en lugares bonitos, con sonidos bonitos, y con olores bonitos.
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