Llega un momento en el que te acostumbras a ver la las gotas de lluvia salpicando la ventana, a ver la pintura deshaciéndose debido a la humedad por las paredes. Te acostumbras a no ver el sol por días e incluso semanas.
Te acostumbras.
Cuando me mudé a Reino Unido me asustaba el sonido del viento, parecían ecos de catacumbas. Ahora me gusta oír la lluvia fuerte y el viento cuando estoy en mi casa, me resulta hasta agradable.
Pero cada noche sueño con España, mejor dicho con una mezcla de la pequeña ciudad donde vivo en Reino Unido y con diferentes lugares de España. Todo se mezcla; los lugares, las personas...
Hay muchas cosas que me gustan de este país: sus paisajes tan verdes, el poder vestirte como te dé la real gana, el poder beber hasta reventar, su arquitectura neogótica, sus cementerios...
Todo me parecía muy siniestro cuando llegué aquí, básicamente por el clima y la arquitectura. Me remontaba a las novelas de las hermanas Bronte, cuando de adolescente me asomaba a mi propia oscuridad a través de estas lecturas pero protegida por el aurea luminosa del sol de España.
Quizás aquí es más fácil conectar con tu propia oscuridad, verla sin máscaras y artificios, aceptarla.
Aceptarla y poder trascenderla.
El solsticio de invierno abre un nuevo ciclo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario