La ciudad donde vivo tiene cuestas y colinas. Mi barrio abarca desde la zona baja de la ciudad hasta el alto de una colina. Tengo muy buenas vistas, y cuando miro por el balcón, delante mía puedo ver el centro de la ciudad, a la izquierda la zona industrial, a la derecha la zona residencial y al fondo el mar. A veces me da la sensación de que es una maqueta, una ciudad perfectamente zonificada: el centro donde esta el comercio, el ocio, los servicios públicos; y luego todo lo demás que son básicamente suburbios residenciales. El modelo de ciudad anglosajona atenta contra la vida en el espacio público y las relaciones sociales. Mi primer año aquí se caracterizó por varias mudanzas, por excesos en el consumo de sustancias y por pagarme el alquiler y llenarme la nevera usando mi coño. Ahora que soy una ciudadana normal, que paga sus impuestos y que tiene su rutina diaria, me siento como una marioneta que va de aquí para allá cumpliendo con sus obligaciones académicas y laborales en esa maqueta que veo desde mi casa. Este segundo año ha sido jodidamente aburrido y supongo que por ello me he terminado enfrascando en una aventura bastante autodestructiva con mi amigo y vecino cuarentón que tiene problemas matrimoniales. El primer año había más planes y se quedaba más, y aunque yo me sentía muchas veces como un bicho raro entre vidas normativas, las salidas sociales me llevaban a tener la cabeza ocupada en otras cosas. O quizás el andar de aquí para allá e ir solventando los problemas inmediatos no me permetía tanto tiempo para El Problema, La Preocupación.
Cada vez me encuentro más obsesionada, con necesidad de poder contarle a alguien con cierta regularidad las cosas que pienso. Es algo que tengo en la cabeza día y noche, y en lo que pienso casi constantemente si me encuentro sola, o incluso estando con gente. A veces pienso que en una de mis visitas a España voy a explotar. No lo sé. Lo que sé es que estoy nerviosa, que voy trabajando cosas poco a poco, que en muchas voy mejorando; pero que aun así estoy jodidamente nerviosa, jodidamente asustada y que me siento terriblemente sola.
En cierta manera, fui siempre consciente de la etapa entre los 10 y los 12 años aproximadamente, sabía que habían pasado cosas entre mi hermano y yo, pero sólo me aparecían como fogonazos de vez en cuando, y que simplemente autolesionándome volvían a meterse debajo de la alfombra de la memoria. A los 20 tomé por primera vez hongos alucinógenos y se abrió una nueva etapa de mi vida, recordé, lloré, hablé... y hasta ahora he ido uniendo las piezas da esta maquinaria tan pesada y retorcida llamada incesto. En estos últimos años también he recordado cosas que sucedieron antes de los 10 años con mi hermano y también a un segundo abusador, un primo mío.
Cada vez me siento más fuera de mi familia, y ellos lo perciben. Mi primera visita a España desde que vivo en Reino Unid hablando con mi familia sobre mis planes a corto plazo, mi madre soltó que lo que yo quiero es estar lejos de ellos. En un mes voy a estar ahí por una semana, asi que tengo un mes por delante para ir pensando en base a qué argumentos no voy a volver a España en un futuro próximo. Todo me consume, la cantidad de tiempo y energías que he de emplear para ir arreglándomelas; .me impide vivir el presente al estar anclada en los problemas del pasado.
Sin pareja y sin trabajo "decente", no tengo una buena excusa; y aunque mis padres me consideren una mujer adulta e independiente, no terminan de entender por qué no quiero intentar buscar trabajo en España y prefiero vivir en una ciudad en la que apenas sale el sol y en la que estoy tan lejos de los que se supone que son los míos.
Sólo un mes.
Sólo un mes.
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