Estamos a finales de julio y estoy en casa con bata y bebiendo una manzanilla caliente. El verano pasado tuvimos más días calurosos y soleados, llegando algún día incluso a los veintitantos grados. Me fui a España por tres semanas, suficiente tiempo no sólo para estar en Madrid sino para bajar a la playa, ponerme morena, hacer el vago y comer pescado fresco. Tuve sensación de verano, pero este año no. Todos los veranos son transiciones entre periodos, pero los hay que se viven y disfrutan más.
Estamos en el ecuador del verano y todo aquello que me propuse para hacer en estas fechas se ha ido postponiendo por complicaciones burocráticas de última hora que no me competen y tener nuevos compañeros de piso. Pequeñas alteraciones del día a día que en una persona nerviosa como yo se traduce en una mayor ansiedad. Hace dos noche tuve insomnio, dormí como mucho tres horas en total. Al meterme en la cama estaba totalmente convencida de que caería rendida, había estado de caminata por el día, me bajó la regla y luego me fui a bailar y beber mojitos. A pesar de mi cansancio me encontraba muy activa y no había manera de conciliar el sueño. Ayer estuve preocupada pensando si a la noche me iba a pasar lo mismo, por suerte pude relajarme y he dormido del tirón y muchas horas.
En esta semana debería empezar a buscar trabajo, y día a día lo voy dejando pasar, siempre hay alguna excusa. El estar sola también complica las cosas. Soy muy independiente y no necesito a nadie que me ayude en buscar trabajo o que me cuide cuando estoy enferma, me cuesta una barbaridad pedir favores y cuando alguien me ofrece consejo o ayuda muchas veces salto a la defensiva. Pero me voy cansando de estar sola, de no tener una convivencia armoniosa. A veces me siento una total incompetente solventando cosas cotidianas, me cuesta concentrarme entre todo el barullo que ronda por mi cabeza y organizarme. Una de las secuelas del incesto son problemas relacionados con el control. Por un lado, soy excesivamente controladora, necesito que todo lleve una lógica y un orden. Los cajones donde guardo mi ropa interior por ejemplo, estan ordenados medias con medias, calcetines con calcetines, bragas con bragas y sujetadores con sujetadores. Entre ellos estan en escalera cromática, los catalogo por colores. Pero al final llega el día en que tengo que recolocar eso un poco porque empieza a ver un poco de mezcla al ir sacando y metiendo cosas. No puedo ir vestida sin que no haya combinación de colores, no puedo, me saca de mis casillas. A veces me dicen que me preocupo demasiado por cosas que no requieren importancia, pero no puedo estar tranquila viviendo en una casa que no esta limpia y ordenada como en todas las casas en las que he ido viviendo estos dos últimos años que han sido un absoluto desastre. Sin embargo muchas veces pierdo los papeles a la mínima, me pongo furiosa y termino poniendo como un trapo a alguien que tampoco se lo merecía. Tengo muy poca capacidad de autocontrol sobre todo cuando voy drogada de lo que sea, y más menos lo voy dominando simplemente no consumiendo si veo que no es el momento ni el lugar, pero sin duda alguna con lo que pierdo más el control es con el sexo.
Cuando me excito estoy en un estado de trance, me entrego totalmente y no tengo capacidad racional. En los ultimos años he experimentado casi siempre el sexo compartido disociándome. Antes me dejaba llevar, era algo puramente físico y perdía la cabeza, pero desde los 20 años lo que le sucede a mi cuerpo y a mi cabeza está completamente desconectado. Mi cuerpo suda, gime, tiene orgasmos; y mi mente lo que siente es miedo. Las pocas veces que me he sentido conectada en cuerpo y alma follando, ha sido cuando por las circunstancias y por la otra persona me sentía segura, incluso con desconocidos. Ahora he estado nueve meses follando con el mismo, algo que no me ha pasado en la vida, siempre he tenido diversas parejas sexuales. Con él muchas veces he sentido miedo, porque nos hemos salido de las reglas del juego, porque soy consciente de que por el momento no tengo capacidad de decir no cuando tengo un vínculo afectivo. No le tengo miedo a los hombres, y en los últimos años he mandado a muchos a paseo cuando el consenso lo estaban rompiendo, pero con él no he podido. Aquí me tienes y puedes hacerme lo que quieras, y lo sabes; y por más que piense que eso no me lleva a ningún lado, que lo único que me va a traer son problemas; a cuanta más humillación, más excitación; a cuanta más prohibición, más adrenalina.
Toda una mañana desperdiciada, sin ir a la compra, sin buscar trabajo. También es necesario tumbarse al sofá y mirar por la ventana y sonreír porque ha salido el sol. También es necesario intentar desconectar la cabeza del incesto, aunque sólo sea por unos minutos.