Me pasa a menudo, cuando se trata
de hablar de mis sentimientos. Cuando alguien me pregunta, y yo me mantengo
callada, por lo general con ojos tristes. Si consigo hablar apenas hablo,
balbuceo monosílabos o frases cortas, y después más silencio. Y mi cuerpo no responde, mi cuerpo está ahí
pero como si no fuera mío. Cuando estoy en ese estado pueden darme una paliza
que no sentiría nada. Y por dentro no hay nada, solo vacío. Me bloqueo. Es una
especie de discapacidad emocional. Estoy defectuosa.
Sin embargo tengo muy buena
capacidad de análisis, y quizás intelectualice demasiado las relaciones
humanas. Me cuesta ponerle nombre y apellidos a las emociones y a los
sentimientos, pero soy buena reconociendo relaciones de poder. Mi vida sexual y
afectiva se inició en el incesto, después vino el sexo esporádico acumulando
decenas de parejas sexuales y ya los últimos años se han ido intercalando
algunos amantes sin dejar del todo a un lado el sexo fortuito con desconocidos.
Con mis amantes siempre se ha repetido el mismo patrón abusivo del incesto,
relaciones donde impera el secretismo, la clandestinidad, la ley del silencio. Relaciones que acontecen dentro de cuatro
paredes de espaldas al mundo real.
No sé muy bien lo que siento pero
en estas cosas pienso. También pienso en la doble moral, en la dicotomía puta-esposa.
Me pregunto si ella se desliza a cuatro patas por el suelo con medias de liga y
tacones acercándose a ti para comerte la polla, si a ella la escupes, la
azotas, la arañas, la insultas…Supongo que no.
Lo único que sé con certeza es
que soy tu putita, y que lo único que sé hacer para poder coger unas cuantas
migas de cariño es abrirme de piernas.
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