miércoles, 27 de febrero de 2013

La privacidad en Facebook


Me habré cerrado y abierto y vuelto a abrir y vuelto a cerrar la cuenta del Facebook varias veces. No sé cuántas exactamente, pero entre más de cinco y menos de diez seguro. El motivo de ello es básicamente la privacidad. Y aquí el problema no está en que esta empresa o aquella utilice mi información para sus estudios de mercado, o que el estado u otro tipo de entidades internacionales tengan una base de datos con información mía. No, esa no es mi gran preocupación, ya que nos tienes agarradas por todas partes y ya no se sabe por dónde salirse. El problema está en las personas, en los otros perfiles de Facebook, aquella gente “normal” que se hace su cuenta para estar en contacto con amigos, o estar al tanto de cualquier chorrada o cosa seria sea del tipo que sea.

En Facebook si te pones a ello con mucha dedicación puedes llegar a espiar demasiado y enterarte de muchas cosas, saber quién es la novia del amigo de un colega, enterarte de amigos en común con otras personas que desconocías… En fin, cantidad de redes entrelazadas. Con lo virtual y las nuevas tecnologías cada dos por tres salen nuevos neologismos, y uno de ellos es skaltear, que no es más que espiar a alguien que te gusta, sea correspondido o no. También hay una aplicación Top Fans que te dice cuáles son los contactos que más te cotillean el perfil. En fin, un inmenso panóptico integrado en nuestra vida cotidiana e incluso en nuestros cuerpos, tal y como anda el personal tan enfermo enganchado a tablets y smartphones como si fueran otro miembro corporal.

Cuando el espionaje a los amantes roza lo patológico, es mejor borrar la cuenta. Cuando ves que alguien se ha metido en tu cuenta, no vale ya únicamente con cambiar la contraseña, será mejor borrar la cuenta. Cuando ves que un merluzo integral con el que anduviste haciendo el imbécil hace unos años escribe en el muro de un colectivo feminista, plantéate a cerrar la cuenta porque semejante pieza lo más probable es que lo haga por cuadrar como prototipo de hombre libertario, aunque luego en la realidad no lo sea, como casi todos vaya. La ideología de “pastel” no es más que papel mojado.

La calaña fascistoide que habita en los medios de comunicación hablan de una crisis de valores y lo más triste es que es cierto. Aunque claro, habrá que ver cuáles son sus valores y cuáles los míos.  


miércoles, 20 de febrero de 2013

Abrirse en canal


Cuando te conocí me enamoré. Me enamoré de ti, me obsesioné contigo. Fue y sigue siendo algo patológico. Ya han pasado años y cuando me meto sola en la cama casi siempre sigo pensando en ti, en cómo nuestros cuerpos se entrelazan, en cómo nos besamos y acariciamos.

Cuando te conocí me sentía orgullosa de besarte o acercarme a ti en público, nunca había experimentado algo así.  Con otros nunca lo había querido, me mostraba siempre distante y me apartaba cuando intentaban rodearme la cintura o plantarme un beso. El cariño y la cercanía me daban asco e incluso ansiedad, muchas veces saltaba a la defensiva, e imponía un muro de hormigón infranqueable al que tenían prohibido atravesar. Sólo bastaba un gesto o una mirada para que lo entendieran. Y así me pasaba que ninguno quería más de mí. La gran mayoría pensarían que era una psicópata sexual con un corazón de hierro. Muchos incapaces de satisfacerme porque mi apetito sexual duplicaba al suyo con creces, muchos que se aburrían de mí porque simplemente quería sexo y no conversaciones eternas ni citas de cena y cine, muchos a los que les daba asco tener que acostarse con una perra sucia siempre sedienta a la que le daba igual cualquier propuesta.  

Contigo me abrí en canal, me desgarré la piel y te mostré las horrendas vísceras sangrantes y doloridas. Con otros tantos sólo me abrí de piernas, mostrando un coño humeante y no sólo con ganas de sexo, un coño que derrama lágrimas que piden a gritos un poco de ternura.

Contigo aprendí mucho de mí misma, formé un vínculo imaginario indisoluble, todo un mundo de fantasía que se venía abajo cuando volvía a verte. Eras tú quien ponía las barreras y cuando nos despedíamos se apoderaba de mí el miedo a que esa sería la última vez. Me sentía utilizada, engañada y absolutamente desconectada de mi cuerpo.

Es muy difícil abrir una brecha entre la realidad y la fantasía, porque los miedos te encierran en un abismo del cual es difícil salir. 

miércoles, 6 de febrero de 2013

Como un bonito jarrón


Como un bonito jarrón
hermoso por fuera
vacío por dentro
brillante y lustroso
redondo y hueco.

Como un bonito jarrón
de porcelana fina
con flores y letras chinas
con curvas y simetría.

Como un bonito jarrón
lujoso y valioso
que cuando se despieza  en numerosos trozos,
se barre y se tira.

No vale nada,
es una porquería.

martes, 5 de febrero de 2013

No a la virtualización de la protesta social

Internet en general y las redes sociales en particular a día de hoy resultan tan imprescindibles que si no te mueves por la red te quedas fuera.

Antes usaba bastante Internet para enterarme (más o menos) de la actualidad. Luego me mudé a la radio. Luego ni radio ni Internet, y así me va, que me entero de las cosas tarde o directamente ni me entero. Llevo unos meses que mi vida social se ha quedado muy reducida y con ello otras esferas, y eso entre otras cosas conlleva a que no tengas ni pajolera idea muchas veces del "trending topic" del día ( si es que se llama así).

Lo que dice la calle ha quedado reducido al Twitter y al Facebook, el tomar la plaza debería ser en condiciones, más allá de poner de foto de perfil un sobre y de convocar manifestaciones y concentraciones sin apenas organización. Mi Facebook es cada vez más opaco, con los contactos necesarios y sin apenas "me gusta". No tengo ni Twitter ni washap, así que en mi móvil nunca aparecen mensajes de concentraciones de protesta social "esporádicas".

En Facebook hay una página que se llama No a la criminalización de la protesta social, cuando debería ser No a la virtualización de la protesta social.

Claro que hay cosas de las nuevas tecnologías que son positivas, pero vivir en una gran ciudad sin ningún tipo de arraigo local y vecinal por múltiples idas y venidas de la vida y por múltiples mudanzas y cambios de residencia y de ciudad, hace que cuando salga a la calle a por el pan no pueda enterarme de nada, y como apenas uso Internet para "fines políticos" por llamarlo de alguna manera, me quedo totalmente fuera de lo poco o mucho (según como se mire) de lo que se cuece en las calles.

Ayer por la tarde noche me dí un paseo por el centro de Madrid cuyo recorrido entre otros puntos de la ciudad fueron la calle Génova, la Puerta del Sol, el Congreso de los Diputados, Neptuno, Paseo del Prado, Recoletos...llegué a la altura de Colón y me cogí el bus para volverme a casa. No vi nada ni nadie, bueno sí, mucha policia nacional por todas partes, para variar. Resulta que sí que se coció algo, pero no coincidí con ningún grupo de "indignados" a las horas por donde pasé o por donde pasé.

¿Seré una vieja prematura como me dicen algunos allegados? ¿O hay que dar un giro de turca a la forma de organización de algunos movimientos sociales tan anclados en pantallas de ordenadores y de smartphones?