Las sábanas las he puesto hoy
limpias, y el edredón hace ya una semana que lo saqué del armario para
despedirme del verano y darle la bienvenida a un otoño que no ha hecho nada más
que comenzar, y ya se me está haciendo
eterno…Me meto en la cama, desnuda y con un cosquilleo entre las piernas. Siento
la suavidad y el olor de las sábanas recién limpias en mi piel, el regazo
cálido del edredón, me siento sobreexcitada pero a pesar de ello estoy fría. No
me puedo masturbar, no me puedo dormir.
Me gustaría que al irme a la cama
me encontrara tu cuerpo cincelado, bronceado y tatuado.
Me gustaría que al irme a la cama
me recibieras con una sonrisa, con calor en la cara, y con el sudor
recorriéndote la espalda.
Me gustaría que pasáramos horas
follándonos como energúmenos, pegándonos, insultándonos, corriéndome sin parar.
Me gustaría sentir como tus dedos
crean dibujos indescriptibles por mi espalda, que nos miremos con complicidad,
que nos besemos mientras nos acariciamos suavemente la cara, que terminemos exhaustos,
dormitando acurrucados en la gran alfombra de tu habitación.
Me gustaría que estuvieras en mi
cama tú o cualquier otro, otros que ya estuvieron, otros que vendrán.
Me gustaría que alguno se quedara
por un tiempo, cosiendo heridas, dejando al pasado en su sitio y vivir
plenamente el presente, como la noche en que te conocí.
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