martes, 23 de agosto de 2011

Pasillos estrechos.



MANOLITA. Pues para eso...para enterarme...Para poder decíroslo a vosotros...Porque hay que ocuparse de Luisito ¿no? A mí me parece que lo que le pasa es natural. Está en una edad muy peligrosa...Sobre todo en estas cricunstancias, aquí necerrado, rodeado de mujeres...

DON LUIS. Sí, en eso tienes razón.

MANOLITA. Porque a la pobre María ya hace tiempo que la tría frita.

DOÑA DOLORES. (Muy sorprendida.) ¿Sí?

MANOLITA. Claro mamá. Le metía mano al menor descuido.

DOÑA DOLORES. Pero entonces, ¿tú crees que se ha enamorado?

MANOLITA. (Divertida ante lo que considera ingenuiidad de su madre) ¡No mamá! Qué se va a enamorar. Es otra cosa.

DOÑA DOLORES. (Sin comprender). ¿Qué cosa?

DON LUIS. Pues que le gusta meter mano, ¿no lo estás oyendo?

DOÑA DOLORES. (Insistente) Pero a María.

MANOLITA. A María y a quien se le ponga por delante. Si cada vez que me cruzo con él por el pasillo, parece que el pasillo se ha estrechado.

DOÑA DOLORES. (Casi en tragedia griega). ¡Manolita!

MANOLITA. ¿Qué pasa, mamá?

DOÑA DOLORES. Que eres su hermana.

DON LUIS. Toma, pues por eso.

Las bicicletas son para el verano. Fernando Fernán-Gómez.


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