sábado, 1 de enero de 2011

Año nuevo...¿vida nueva?



Nunca me han gustado las navidades, más allá del discurso antinavideño, nunca me han gustado. No hablo ni de consumismo, ni del nacimiento de Cristo, ni de cenas familiares. Es una época que siempre me ha deprimido, sí deprimido. Cuando ya se va notando que se acercan, lo que hay dentro de mí se empieza a revolver. Es esa angustia que pesa dentro del pecho, que te ahoga, que te paraliza. Me convierto en una especie de zombi. Por lo general a la gente le gusta el amigo invisible, el ver a gente que hace tiempo que no veía…no sé, todo ese tipo de cosas y detalles que forman parte de las navidades, aunque luego no le guste ni el alboroto del centro de las ciudades en estas fechas ni que se les queme la Visa, pero siempre hay algo que a la mayoría de la gente le gusta.

Pero estas navidades ya no es que no me gusten, o me encabronen, han sido como algo externo a mí, como si hubiera sido una celebración de otra cultura y de otro país. Y ya no sólo las navidades, sino la Nochevieja. Todas las Nocheviejas cinco minutos antes de las uvas, me empezaba a poner nerviosa, esos nervios de la ilusión hacia lo venidero, pero anoche no lo sentí. Me comí las uvas como el que te fumas un cigarro mientras te tomas el café recién levantado. No sentía nada.

Tampoco tenía ganas de salir, y al final terminé saliendo. Estuve en una casa unifamiliar de un barrio residencial de Madrid. La casa era enorme, era de gente con mucho dinero, pero mucho dinero. Sabía de sobre que no iba a ser una noche muy prometedora, pero nada más llegar a esa casa y ver a esa gente, ya me hice a la idea de que iba a estar allí durante un tiempo modesto y por pura cortesía. Llegué a las 2.30 y a las 6.00 me estaba largando. Nada más llegar no había nadie fumando, de toda la gente que había en la casa, sólo fumábamos yo y unos colegas, y cuando me quise fumar un porro, me hicieron salir a la calle a fumármelo… joder, ni que fuera un basuko. El alcohol en lugar de animarme lo único que hacía era que se me fueran quitando las ganas de estar allí progresivamente. A eso de las 5 ya me quería largar echando ostias, pero aguanté hasta las 6.00 para quedar sólo como una persona un poco rancia, y no súper rancia.

La siguiente Nochevieja mandaré a tomar por el culo en concepto de comodidad y de ahorro, y aunque me tenga que desplazar y gastar más dinero, yo a esa casa no vuelvo. Me arrepentí de salir, si me hubiera quedado en casa no me hubiera perdido absolutamente nada. Joder, ni siquiera pude ver esa pedazo de casa entera, por lo menos algo de entretenimiento habría tenido. Cómo se lo montaron esos ricos, no se gastan ni un duro porque tienen una casa dónde hacer una fiesta, compran cuatro botellas y ya está. Menos me hubiera gastado todavía si me hubiera quedado en casa. Cuando llegué a esa casa con sala de cine incluida y donde la gente iba de los pies a la cabeza de Armani, me dice una colega, “Por menos de nada nos ven a nosotros y se pensarán que queremos robarles al vernos con estas pintas”.

Balance del año 2010. Yo mi vida la divido en dos aspectos principales. Uno cada vez va a mejor, el otro cuanto más pasa el tiempo más a pique se va. Por lo menos una cosa se contrarresta con la otra, si las dos me fueran de ojete, quizás me hubiera cortado las venas…. Sólo espero que se cumpla ese dicho de año nuevo vida nueva, y que el 2011 me traiga un poquito de estabilidad en una serie de cosas.
Durante estos días de tan fuerte distanciamiento entre yo y el mundo, gracias a Dios que tengo la música entre otras cosas. No sé que dice la letra, pero este grupo últimamente me está sentando de puta madre.

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