Me niego a vivir en el mundo ordinario como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me adaptaré al mundo. Me adaptaré a mí misma. (Anaïs Nin)
lunes, 22 de noviembre de 2010
La cara de gilipollas...
Yo cuando me levanto por las mañanas y me veo mi cara en el espejo, pienso, joder ¿tengo cara de gilipollas? Lo triste es que tanto como me río como me dan ganas de llorar. Qué desquicie de vida por Dios. ¿Os veis con cara de gilipollas?
No sé la manía de mis idilios varones de contarme cómo les va con sus novias, sus ex-novias o sus futuras novias. A mí, la cosa me preocupa por ellos claro está, pero llega un momento que quema. Yo que a parte de tragarme su lefa (que quiero, obviamente) también me toca tragarme sus neuras...que también quiero, pero llega un momento que en el que ya no quema, sino que abrasa, y en el que una se cansa de ser el brazo de llorar de amores y desamores.
De tantas historias a destacar, de las últimas, la que se lleva la palma, la de un antiguo amante que llevaba sin ver desde mayo (y sigo sin verlo) me contestó un correo ultra pletórico (contestó, osea, yo fui la primera en enviarlo)diciendo que iba a ser padre...y que la madre era esa mujer que tanto odiaba (odiaba antes, ahora resulta que van a ser una familia feliz)y a la que le ponía los cuernos conmigo.
Ya no sé si quedarme definitivamente en la acera de enfrente, continuar con mi larga batalla placentera y a veces no tan placentera o...
El resto lo dejo a los servidores. Eh, sólo servidores, no acepto servidoras, alguien tendrá que tirar un poquito de mi heterosexualidad, que estoy a punto de mandarla a la mierda.
En fin, ya no sé si la gilipollas soy yo, si son otros, o si somos todos, lo que ya no aguanto son taaaaaantas gilipolleces. Nah, estas Navidades tendré que pedirles a los Reyes mágicos un detector.
Está sonando, no te acerques
es mi detector de gilipolleces
Tengo un detector de gilipolleces
me avisa cuando vienes a contarme idioteces
Si vienes a por pasta me avisa
Si vienes a liarla me avisa
Si vienes a cobrar
Si vienes a enmarronar
yo vivo tranquilo porque avisa
Está sonando, no te acerques
es mi detector de gilipolleces
sábado, 13 de noviembre de 2010
Rostros mutantes.
La luz del sol atravesaba los huecos de las ramas para dejar huella y poder verse en el agua. Las ondulaciones causadas por el aire en el agua, hacía que se presentara hacía mí un maravilloso espectáculo de luces. Los destellos de la luz del sol en el lago son luces que interactúan con el mismo ritmo que la música que escucho.
De repente, mirando fijamente aquellas ramas, se me presenta el rostro de un zorro. El zorro me mira a los ojos, de una manera amenazadora. El zorro de repente, se hace jabalí, un rostro de jabalí serio y duro, pero no resulta tan amenazante. El jabalí muta a un simpático cerdo, el cerdo pasa a ser un bulldog, el bulldog a ser una vaca, y la vaca cambia a rostro de mono feliz, que se transforma en una cara humana feliz. Pero se convierte en una calavera.
Es una calavera aterradora.
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