sábado, 21 de diciembre de 2019

Brotes verdes


Hoy he soñado con él. Una pesadilla. Volvía a estar con él, volvíamos a estar juntos. No recuerdo si consigo escapar o qué es lo que hago, pero dejo de estar con él.

Justo ayer le eché de menos, o más bien, sentí en algún lugar de mi dolorido cuerpo que quizás no estaría de más estar con alguien tan despreciable como él en vez de pasar sola las navidades.

A pesar de la intensidad de la noche debido a las pesadillas, me he despertado con la mente clara y contenta de despertarme sola en mi cama, sola en mi propia casa.

A veces pienso en él y me entra una sensación de ahogo, como si estuviera de nuevo presionando en mi garganta con sus manos, cortándome la respiración, dándome tortazos, tirándome del pelo o violándome. 

Estuve con él sin saber del todo dónde me estaba metiendo, no quería darle la razón a lo que mi instinto me estaba diciendo. Cuando me di cuenta estaba metida en un pozo hasta el fondo. Por suerte salí, y decidí que no iba a volver.

Estuve con él porque sentía que me protegía de mi familia, que tenía a un varón cubriendo mis espaldas, que me defendía de la negación del incesto.

Y lo que hice con él fue repetir de nuevo un patrón, la historia de mi vida.

Aunque sea Navidad, aunque mi familia me tome por loca y mentirosa, aunque siga dolida por el maltrato tan reciente de mi expareja, me siento más viva que nunca.



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