Hoy he soñado con él. Una
pesadilla. Volvía a estar con él, volvíamos a estar juntos. No recuerdo si
consigo escapar o qué es lo que hago, pero dejo de estar con él.
Justo ayer le eché de menos, o
más bien, sentí en algún lugar de mi dolorido cuerpo que quizás no estaría de
más estar con alguien tan despreciable como él en vez de pasar sola las
navidades.
A pesar de la intensidad de la
noche debido a las pesadillas, me he despertado con la mente clara y contenta
de despertarme sola en mi cama, sola en mi propia casa.
A veces pienso en él y me entra
una sensación de ahogo, como si estuviera de nuevo presionando en mi garganta con
sus manos, cortándome la respiración, dándome tortazos, tirándome del pelo o violándome.
Estuve con él sin saber del todo
dónde me estaba metiendo, no quería darle la razón a lo que mi instinto me
estaba diciendo. Cuando me di cuenta estaba metida en un pozo hasta el fondo. Por
suerte salí, y decidí que no iba a volver.
Estuve con él porque sentía que
me protegía de mi familia, que tenía a un varón cubriendo mis espaldas, que me
defendía de la negación del incesto.
Y lo que hice con él fue repetir
de nuevo un patrón, la historia de mi vida.
Aunque sea Navidad, aunque mi
familia me tome por loca y mentirosa, aunque siga dolida por el maltrato tan
reciente de mi expareja, me siento más viva que nunca.