Cada vez lloro menos por
tí, cada vez me masturbo menos pensando en tí. O eso quiero pensar.
O depende del día, quizás.
No lo sé. Lo que sé es
que sigo teniendo demasiados sentimientos enfrentados entre sí. Si
un día estoy pletórica, me gustaría estar contigo para poder
compartirlo. Cuando es la tristeza tocando fondo, me acuerdo de
cuando iba a verte y me dabas un abrazo. Ha habido días en los que
se me pasaban imágenes por la cabeza en las que te pegaba puñetazos
dejándote heridas y moratones e incluso a veces con un
destornillador te atravesaba la yugular. Sí, se qué suena
demencial, pero ya sabes que la salud mental no es uno de mis
fuertes.
Ahora, el dolor y la
rabia ha dado paso a un letargo pasional. Nunca he tenido la libido
tan por los suelos como hasta ahora. Ningún hombre me llama la
atención, y la mayoría de recuerdos que tengo de tí no me
despiertan deseo, casi siempre lo que me invade es una sensación de
traición y vacío.
Me repito demasiadas
veces ¿cómo he podido ser tan ingenua, tan estúpida? De veras que
me lo creía, siempre tenía una esperanza de que querías estar
conmigo. Cuando me mirabas con ojos brillantes y me acariciabas con
delicadeza, diciéndome que me querías. Y yo me lo creía.
Es por las noches cuando
todo esto resulta más complicado. Hay noches que para poder dormirme
necesito imaginarme que estás conmigo en la cama durmiendo, así me
tranquilizo y puedo conciliar el sueño. Con la yema de mis dedos voy
dibujando tu rostro en mi almohada y la abrazo fuerte para que
parezca más real. Otras noches, las que menos, me masturbo.
¿Sabes? Sé que mi
corazón se rompió hace muchos, muchísimos años, y a veces me daba
la sensación de que restabas importancia, o quizás ni la otorgabas,
a lo que yo pudiera sentir por ti. Me abrí a ti y lo que conseguí
es que me exprimieras por dentro, me sacaste todo el jugo sabiendo
que eso se iba a quedar así. Poco a poco mi corazón se iba haciendo
cada vez más pequeño, más negro, más muerto.
Pienso en todo lo perdido
estos años de atrás, en lo humillante que era estar en la sombra
constantemente, cuando estabas con ella como si nada. No creas que
todo van a ser reproches, yo también asumo mi responsabilidad en
esta locura. Lo que me reconforta es saber que el último paso lo dí
yo. No sé del todo bien que es lo que te pasaba (o quizás te sigue
pasando), pero yo no podía permitirme más seguir destruyéndome de
esa manera.
Recuerdo una noche en una
terraza por los pubs del centro, en la que estábamos los dos pegados
el uno al otro que me dijiste “Contigo me pasa una cosa muy
rara, por un lado me entran ganas de cuidarte, pero por otro me
entran ganas de maltratarte”
Y así era, hasta que
dije basta y me marché.
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