El verano se está acabando y casi ni me he dado cuenta; aunque para ser sinceros, en Reino Unido el verano no existe. El verano, esa época del año en la que los días se estiran y se pasa demasiado tiempo en la calle, en la que se hacen planes para ir a la playa, a un festival...
El verano se está acabando y muchos de sus fines de semana han estado llenos de nada.
El verano se está acabando y sigo con G en la misma situación del principio.
El verano se está acabando y sigo limpiando y con el salario mínimo.
El verano se está acabando pero vivo con una tranquilidad que nunca he tenido.
Tranquilidad que a veces se tambalea, viéndose remplazada por el miedo, la ansiedad, la tristeza... Eso pasa cuando hablo con mi familia. Eso pasa cuando mi hermano mediano me escribe y me llama, y yo no le contesto. Nunca lo he hecho, pero fue volver de España en junio y no podía, era incapaz de devolverle la llamada o escribirle. Mi madre me llamó la semana pasada diciéndome que por qué no hablo a mi hermano.
El verano se está acabando y mis padres se piensan (o quieren pensar) que voy a volver en cuando termine.
El verano se está acabando y mientras tanto, voy diseñando la estrategia de revelación del abuso a mis padres.
Hay días que me siento muy fuerte y plena, pensando que por muy dura que pueda ser la confrontación y la revelación, merecerá la pena. Que no estoy sola, que tengo personas que me van a acompañar en el proceso.
El verano se está acabando pero he empezado terapia.
El verano se está acabando pero posiblemente cuando me vaya de Reino Unido me mude a las Islas Canarias, donde siempre es verano.
El verano se está acabando pero yo estoy empezando...
A vivir.
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