domingo, 28 de agosto de 2016

Sobrevivir


Lleva ya unos cuantos meses, en concreto los últimos, sintiéndome bastante bien. Ahora pienso que cómo es posible que haya vivido toda una vida en constante alerta, miedo, ansiedad, depresión... No es vida, en absoluto que no es vida. No es vida no poder dormir, o dormir con pesadillas, terrores nocturnos... No es vida sobresaltarte por todo, por un pequeño ruido, sentir una inquietud constante, tener ataques de pánico. No es vida no quererte ni lo más mínimo, odiarte hasta tal punto que no importe cuantas veces sea tu cuerpo corrompido, cuantas veces te autolesiones, cuantas veces te pongas en situaciones límite en las que tu vida corre riesgo. No es vida llorar a escondidas, sintiéndote vacía y muerta, esperando al abismo a que te devore y que no salgas de allí ya nunca.

El último año de estar en España estuve luchando constantemente contra la muerte. Era ya demasiado consciente de los abusos, no podia seguir viviendo con mi familia, no podia seguir día a día conviviendo con él. No sé de donde saqué las fuerzas para seguir adelante en medio además de una crisis económica en las que tanto mi independencia económica así como mis ambiciones académicas y profesionales se fueron directamente a la basura. Me pasaban las tardes vagando de aquí para allá fumando marihuana. Cogía autobuses que no me llevaban a ningún lado, iba a todas partes y a ninguna con tal de no estar en casa. Tardes en las que el anonimato de la gran ciudad me oferecía refugio. En invierno los autobuses y las bibliotecas públicas fueron mis lugares de resistencia, con el buen tiempo los parques.

Las imágenes en las que me veía a mi misma metiéndome un tiro o haciéndome rodajas los brazos eran constantes. Era incapaz de concentrarme en casi nada, todos mis esfuerzos y energías se dirigían a ir sobreviviendo.

Hace unos dias haciendo limpieza en el ordenador me encontré con esté poema que escribí seguramente una de esas tardes


Vidas ficiticias
vidas fingidas
vidas periféricas
vidas vacías.

Vidas sin ser sentidas
repletas de heridas dolidas
Vidas que huelen a bilis y a sangre
vidas que se consumen hasta desgastarse

Vidas disociadas
desamparadas y abandonadas
Vidas que rezuman odio
esperma caduco

Vidas ancladas en la muerte



miércoles, 24 de agosto de 2016

El verano se está acabando


El verano se está acabando y casi ni  me he dado cuenta; aunque para ser sinceros, en Reino Unido el verano no existe. El verano, esa época del año en la que los días se estiran y se pasa demasiado tiempo en la calle, en la que se hacen planes para ir a la playa, a un festival...

El verano se está acabando y muchos de sus fines de semana han estado llenos de nada.

El verano se está acabando y sigo con G en la misma situación del principio.

El verano se está acabando y sigo limpiando y con el salario mínimo.

El verano se está acabando pero vivo con una tranquilidad que nunca he tenido.

Tranquilidad que a veces se tambalea, viéndose remplazada por el miedo, la ansiedad, la tristeza... Eso pasa cuando hablo con mi familia. Eso pasa cuando mi hermano mediano me escribe y me llama, y yo no le contesto. Nunca lo he hecho, pero fue volver de España en junio y no podía, era incapaz de devolverle la llamada o escribirle. Mi madre me llamó la semana pasada diciéndome que por qué no hablo a mi hermano.

El verano se está acabando y mis padres se piensan (o quieren pensar) que voy a volver en cuando termine.

El verano se está acabando y mientras tanto, voy diseñando la estrategia de revelación del abuso a mis padres.

Hay días que me siento muy fuerte y plena, pensando que por muy dura que pueda ser la confrontación y la revelación, merecerá la pena. Que no estoy sola, que tengo personas que me van a acompañar en el proceso.

El verano se está acabando pero he empezado terapia.

El verano se está acabando pero posiblemente cuando me vaya de Reino Unido me mude a las Islas Canarias, donde siempre es verano.

El verano se está acabando pero yo estoy empezando...

A vivir.