miércoles, 20 de marzo de 2013


Pensaba que iba a ser peor, pero no tuve ninguna caída emocional severa. Lo veía venir, quizás por eso simplemente estaba preocupada pero sin llegar a esa congoja asfixiante. Mosqueada tal vez, pero algo pasajero. No sentí apenas rabia y rencor, lo dejé pasar sin más. Vomité y el poco dolor sentido se fue a las cloacas. No valía la pena almacenar esa angustia en el estómago.

La sumisión absoluta no concuerda con la imagen de mujer liberada, es posible que tenga hasta más autoestima de la que creía.

Aunque tras unos cuantos días de vino y rosas, de sol y marihuana, de música en directo, de sexo compartido y de vida social (hiper)activa, vuelvo a jugar con el pelo de mi ombligo, sospechando de la ruptura psíquica.

La gente es de donde pace, no de dónde nace. Aplícate el cuento de una maldita vez.

No hay comentarios: