A veces pienso que mi capacidad de análisis no tiene límites hasta llegar al punto de que me cueste tomar una decisión a cualquier tipo de trivialidad que se me presente en mi vida cotidiana.
Mi mente piensa demasiado rápido, buscando pros y contras,analizando las causas, el proceso y las posibles consecuencias, intentando darle un valor trascendental a aquello que me ocurre.
Quizás tenga una neurosis obsesiva o algo parecido. No lo he consultado con ningún especialista pero a veces tengo dudas.
Sin ir más lejos hace poco entraba a trabajar a las 15.30 horas. No sabía si comer en la facultad o cerca del trabajo. Tras atormentar a una amiga de mi facultad con esta GRAN DUDA EXISTENCIAL decidí irme a comer cerca de mi trabajo. Pero aquí no termina la cosa.
Salgo del metro (tras llevar pensando desde que salí de mi facultad en qué tipo de sitio iba a comer)y todavía no lo tenía claro. Pensaba comer en una tasca de barrio cualquier bocadillo, huyendo del centro comercial donde trabajo. Al final me apetecía sentirme una zombi más enajenada por los pasillos del centro comercial, quizás me sentía segura dentro del anonimato pero rodeada de gente. Yo aún, resquemadilla por mi decisión de sumergirme en la obra maestra del capitalismo actual, tenía ganas de irme, porque no me apetecía gastar mi dinero en una multinacional de comida rápida. Pensé para sanar mi conciencia, que quizás esa tasca de barrio de enfrente sus dos camareros son ilegales y el sueño les paga en negro. Pero sea o no el dueño del bar un patrón explotador, aún podría salir huyendo del oligopoliio de la restauración de la Mac Donalización de la sociedad y reivindicar el pequeño comercio.
Al final me di cuenta de que las conclusiones que estaba sacando no iban a dejarme disfrutar de mi comida y de mis dos horas de soledad y decidí comer en el Pans and Company. Y aquí he seguido, escribiendo esto y mirando la foto de la rebanada de pan gigante.
Sería placentero meter la cabeza o un brazo por un agujero de aire de esa rebanada tan enorme de pan.
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