Hace un año por ahora, empecé a
irme a correr al parque. Era algo que nunca había hecho con regularidad y que
por aquel entonces comencé a hacerlo. Hubo en paréntesis en verano, por
cuestiones de incompatibilidad de horarios y elevada temperatura. A finales de
otoño, lo volví a recuperar y hasta entonces es algo que sigo haciendo por las
mañanas (no todas). Mi compañera de piso me ha comentado alguna vez de ir
juntas, pero cuando yo voy ella no puede, y me ha planteado de ir por las
noches. Yo prefiero por las mañanas, y ella continuaba diciéndome que a ella la
daba un poco de miedo irse a correr sola por la noche. Por noche me refiero a
sobre las nueve o diez de la noche, como muy tarde. Ahora cada vez las tardes
son más largas, y el parque a donde voy está al lado de casa y en pleno centro.
Puedo llegar a comprender que a una mujer le de miedo ir a según qué horas y
por según que sitios sola, pero hay otra
serie de situaciones que me cuesta comprender. Lo que está claro, es que la
mujer tiene miedo a múltiples situaciones, y ello termina derivando en una
coacción a su libertad, y a persistir en espacios privados o domésticos y por
tanto, alejarse de los públicos.
Cuando decidí irme a vivir a
Granada, había personas que me comentaban que tuviera cuidado por el Albayzín,
que era un lugar “chungo” especialmente de noche, y que su trazado medieval,
era un plus a esta situación de peligro. Desde que estoy aquí, ha habido
cantidad de noches por las que he paseado sola por el Albayzín y por el
Sacromonte y no me ha pasado nada. Me sigue llamando poderosamente la atención
que el imaginario social esté impregnado de un prototipo de situación donde
tiene lugar la agresión sexual con su correspondiente prototipo de agresor
sexual. La noche, la madrugada, en lugares donde no hay gente, y un perturbado
persigue y acecha mujeres, las viola, y todo porque está enfermo y tiene que
saciarse, porque es un semental.
Las estadísticas que recogen
agresiones sexuales están bastantes sesgadas,
ya que la mayoría de las agresiones no acaban en denuncia. Y no acaban
en denuncia porque son cometidas por amigos, familiares, conocidos o la propia
pareja sexual en la mayoría de los casos. No llevo mucho tiempo revisando
informes institucionales o estudios de profesionales, y de momento no he tenido
tiempo para leer las legislaciones, pero los conceptos que se utilizan son
diversos para establecer una serie de tipologías de violencia: violación, abuso
sexual, agresión sexual…en función de la edad, de si hay pollas, penetraciones, tocamientos,
sexo oral…etc. Toda una parafernalia de diversos lenguajes que aluden al
maravilloso sistema sexual imperante donde el falo es el centro de estos
discursos, y cuyo posicionamiento determinará si la agresión es más o menos
violenta. Y es que las pollas son las
que dominan la sexualidad. Desde hace casi tres años que viví un segundo parto,
cuando he tenido pesadillas se han referido más u otro tipo de cuestiones que
me angustiaran; pero hasta entonces, en muchas de ellas aparecían falos
larguísimos y muy gruesos, otros a veces se retorcían como gusanos, otros te
perseguían por mucho que echaras a correr. Algunos estaban insertos en un
cuerpo masculino, otros a veces en cuerpos que no son humanos.
A mí antes también me daba miedo
ir sola por según que sitios y a según qué horas, hasta que no fui verdaderamente
consciente tras vivir el segundo parto de que el miedo lo he vivido en otros
escenarios; y cuando le ha dado por volver a aparecer, la valentía y la rabia han podido
con el miedo, y se lo han devuelto a las entrañas del cuerpo masculino con
falo; ya sea a través de la palabra, de un gesto, o de mis manos presionándolo
en el cuello, cortándole la respiración.
Aullándole a la luna, aullándole a luna
Vomitona de sentimientos, es lo que hoy mi cuerpo saca de
dentro
Reviento de tanto lamento al ver como a niñas les falta
alimento
Cuerpos mutilados por la cultura del patriarcado, sin pensar
el hombre lo que nos ha quitado
Brujas sanadoras, valientes provocadoras, rompiendo los
esquemas que sustentan el sistema
Manos arriba esto es un atraco, que me den lo que en siglos
me quitaron
Aullándole a la luna, aullándole a luna
Soy gata de siete vidas, yo solita me lamo las heridas.
Salto por mí ventana, que al caer de pie me enseñó mi mama
Y vamos a ver, que es la que pasa, que en el juego de la
vida quien arriesga no gana
Problemas a montones, para cada uno busco soluciones
Con la manada cerca aquí nadie se acerca, y es esa fuerza la
que mi puño expresa
La de todas juntas como perras y aullándole a la luna
Tiros al aire, que no se asuste nadie, presencia de mujeres
saliendo a la calle
Nuestra historia, con la cabeza alta
La calle y la noche también son nuestras libres de agresiones
y ninguna sin respuesta
Ya lo dijeron las perras de Barna, somos muchas, somos
tantas, somos muchas, somos tantas, somos somos, cada vez más. Cada vez más,
aullándole a la luna.