De vez en cuando el insomnio
ocasional aparece, y por muchas vueltas que des entre sábanas no atrapas el sueño,
por mucho que suspires, por mucho que te abraces a la almohada. Pero el
insomnio ocasional no es más que una pequeña molestia pasajera. Tienes dos
opciones: o sigues en la cama y finalmente te duermes por mucho tiempo que
pase, o bien te levantas y te pones en actividad. Leer, escribir, navegar…lo
que sea con tal de distraerte un poco y conseguir el sueño. Lo malo es el
insomnio crónico, pero de ese por suerte hace años que no ha vuelto a mí.
Esta tarde como otras tantas
veces, he estado como perdida, absorta del bullicio del centro de Madrid, como
un zombi, aislada de mi entorno. Caminas arrastrando tu cuerpo, no son 54
kilos, parece una tonelada. Tu cuerpo pesa tanto que ni lo sientes, pero tu
alma levita. Esta tarde he sentido esa desazón que se clava en las entrañas,
nudos en el estómago que te quitan el hambre, que te producen nauseas y
diarrea. Esa desazón que también te quita el sueño.
Esa desazón que no es más que una
sensación de vacío, de soledad, de desamparo.
3 comentarios:
A ti te estaba buscando yo...
Salva.
No caigo en quien eres...
acaso crees que no había una, diez, cien personas sintiendo lo mismo que tu, en las mismas calles, a tu lado.
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