Aterricé en Madrid hace trece días. Hace cuatro que volví al Reino Unido. La verdad que no tenía ni la más remota idea que fuera a suceder lo que sucedió. No sé del todo bien para que fuí, pero digamos que para tantear el terreno, más que de visita.
Llegué y nada más llegar me sentía segura de mí misma, con una seguridad que nunca he experimentado estando en mi casa. Una seguridad como respuesta a una sensación de realidad que nunca he experimentado en España. Estar segura de que mi pasado fue real, que los abusos fueron reales, que mi hermano mediano es el responsable.
A pesar de ello, nada más pisar tierra española esa seguridad estuvo acompañada de ansiedad, depresión, pánico, disociación... Pero dentro de mí había una voz que me decía "para adelante, para adelante, quiero vivir... " Los primeros tres días estuve como ida, demasiado ida...
No podía más. Sentía que iría a explotar, era incapaz de mantener conversación con alguien de mi familia, apenas hablaba. El tercer día quedamos para cenar fuera mi madre, mi hermano mayor y su novia. Yo le miraba a él de reojo, pensando " se lo tengo que decir, se lo tengo que decir"
Al día siguiente llamé a M. Estuve llorando en toda la conversación, diciéndola que no podía más. Le dije que quería hablar con mi hermano mayor. Me dio ánimos, muchísmos ánimos. Escuchar su voz y sus palabras me dió fuerzas.
El viernes se lo conté a H y a L por primera vez. Se quedaron atónitos, y tuve su apoyo durante todos esos días.
Tenía planeado hablar con mi hermano mayor el lunes, ya le había hecho preguntas sobre su rutina y ya sabía que podría quedar con el lunes por la tarde, y pasara lo que pasara mi vuelo a fin de cuentas era al día siguiente. Tenía fé, muchísima fe depositada en él y el apoyo de mis amigos.
Se iba acercando el día y yo estaba nerviosa, pero a la vez con una determinación desmesurada. El domingo por la noche le envié un mensaje diciéndole que quería quedar con él a solas, en un sitio tranquilo, que era importante. El lunes por la mañana le llamé para concretar el encuentro.
Estábamos en un parque del barrio de mis padres. No sabía ni cómo empezar, empecé a llorar a mares hasta que lo dije, y durante toda la conversación estuve llorando y sozollando.
- J abusó de mí
Mi hermano mayor se quedó a cuadros, dudaba,daba vueltas, me hacía preguntas, se levantaba y se sentaba y se levantaba y se volvía a sentar. Me creyó, me dijo que tenía su apoyo, que no era mi culpa y que podía contar con él para lo que fuera. No lloró ni una lágrima, pero estaba totalmente descompuesto, tenía naúseas y se agarraba al corazón porque le dolía el pecho.
- ¿Y tú que quieres?
- Vivir mi vida. Quiero a J fuera de mi vida y no quiero vivir en Madrid. Me sangra todo cuando ando por sus calles.
- Necesitarás un psicólogo, ayuda para salir adelante.
- Lo sé, eso te deja rota, te destroza. Eso me ha traído muchísimos problemas. Te doy barra libre si necesitas apoyo y quieres contárselo a alguien.
- No, esto no se lo voy a contar a nadie, y mamá y papá no lo pueden saber.
(No era el momento para hablar sobre la confrontación con mis padres, pero por supuesto que la voy a hacer. )
-¿Quiéres que hable con J?
- No es necesario. Yo no voy a meterme ahí, es tu hermano. Pero yo no le quiero en mi vida.
Para nada tenía en la cabeza cuando fui a España hablar de ello con mi hermano, salió de dentró de mí, no podía más. Después de hablar con él, me sentí liberada, una sensación de felicidad, libertad y paz interior que no había experimentado nunca en la vida. Sin embargo al día siguiente una pequeña sensación agridulce salía de mi estómago extendiéndose por el resto de mis músculos, la culpa se había reinstalado en mi cuerpo. Tras varías respiraciones profundas pensaba que su dolor no me correspende, no es mi responsabilidad ni mi culpa que mi hermano mayor sepa la verdad. Empatizo con su dolor, con su duelo, pero yo he sido la vícitima y no la perpetradora.